domingo, 16 de mayo de 2010

Nuestro primo.

  • Empezó a sufrir muy joven. Cuando apenas tenía ocho meses, su madre se calló.Esto produjo una hipoxia en el feto. Se estaba ahogando, inclusive antes de haber usado sus pulmones. Estaba gritando, antes siquiera de que pudiese hablar.

    Por ese incidente, nació con un leve retraso mental. No tanto como para ser considerado un loco.Pero sí lo suficiente para quedarse viviendo en casa de sus padres hasta que cumpliese los cuarenta.

    A los apenas tres años de edad, volvió a enfermar. Los hospitales, por aquel entonces. No eran las cariñosas salas de pedriatría rodeadas de osos de peluche y familiares. Cuando el enfermó, las camas eran jaulas de hojalata, sin posibilidad de visita de los padres.

    Si a esto lo sumamos a que su retraso mental ya era algo evidente y que,pese a sus ocho meses de gestación era un niño terriblemente alto y que ya podía hablar.La escena se tornaba en cruel.

    Su madre me llegó a comentar sobre esa situación. Mirandole por la ventana de la puerta de pedriatría.Viendo a su hijo llorar,preguntando dónde estaba su madre. Mientras ella no podía hacer mas de lo mismo.Llorar.

    Vivía en un piso en el alto de extremadura, Madrid. Muy cerca de la casa de campo. Muy cerca también del piso de sus abuelos. En donde tiraba las tardes junto a sus primos, merendando pan con chocolate y recibiendo caricias de su sobreprotectora abuela, la señora María y su siempre alegre y andaluz, abuelo Manolo.

    Conoció la muerte muy temprano.Cuando a los 16, murió su abuelo Manolo. Le explicaron que, la noche de su muerte se había levantado a tomar un yogur de platano. Siempre pensó que ese era un antojo muy raro para antes de morir.

    Trabajó en una empresa de muebles. Medio explotado por su condición física apenas ganaba dinero al tratarse de talleres para gente “como el”.

    Sigió viviendo con sus padres, los cuales construyeron una casa a las afueras de Madrid. En calarberche. Un chalet.Allí vió crecer a sus primos más jóvenes, se convirtió en tio y vió como, poco a poco su familia envejecía y se hacía mas fragil.

    Veraneaba en Benidorm.Junto a sus padres.

    Pasaba los inviernos en el alto de extremadura. Junto a sus padres.

    Y pasaba el resto del tiempo si el clima lo permitía en calarberche.Junto a todo el mundo que le amaba.

    Pasaba la vida de forma tranquila,sus primos crecían y hacían sus vidas y el seguía en el mismo lugar.

    No supe mas de él hasta el fallecimiento de su abuela, la señora maría.

    Era un maniquí en el tanatorio. Apenas reconocía a los familiares con los que años atrás había compartido primavera.

    Fué el ultimo en besar el cadaver.

    Y fue el primero, pese a los ansiolíticos en derrumbarse en lágrimas.

    Un año después, su padre falleció.

    Nadie sabe si fué porque, en apenas año y medio había perdido a dos de las tres personas mas importantes de su vida.

    Empezó a empeorar. Su salud iba a menos.

    La siguiente vez que le ví. Ese alto y fortachón hombre, con sus expresión siempre algo bobalicona en la cara. No estaba. Se había convertido en un hombre languido y enjuto. Su expresión, ahora era de dolor. Sostenía un carrito con una sonda a sus riñones.

    Y el echaba de menos calarberche. A su abuelo, a su abuela, a su padre. echaba de menos a sus primos, a los inicios del verano en la psicina de plastico. Pero ninguno estaba, todos estaban demasiado ocupados con sus vidas.

    Ahora solo le quedaba su madre, en un piso cada vez mas pequeño en el alto de extremadura.

    A ella le diagnosticaron cancer de mama.

    Y aunque me gustaría decir que sí.

    Aun no sabemos, como puede acabar esta historia.


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