lunes, 6 de diciembre de 2010

Ejercicio N.34

Creo que es mejor que cuando me resentía entre dientes.
Amarillos y torcidos por cigarros e infancia sin ortodoncias.
Ella, en cambio mantuvo siempre esa sonrisa férrea ante todos
aquellos capullos.

Me deslumbraba con sus pechos y se oscurecía con los ojos.
Nunca dijo que el amar era apasionante.
Nunca dijo que le apasionase amarme.
De hecho, nunca creo que se apasionase por nada.
Solo sonreír.

Arañaba el alma en cada empujón.
Como cartones de tabaco retorcidos levantaba las mejillas.
Y ahí estaban, recordándome lo mierda que era mi vida.
No soportaba sus perfectos dientes.
Sonaban huecos y si su nariz se torcía,
era para graznar.

Nunca supe exactamente de qué reía.
Por lo que decidí lucir marfil también.
Parecíamos dos animales.
Igual de desnudos e igual de sucios.
Igual de idiotas.
Pero nunca,
igual de enamorados.

DespoetaDesastre.